Es la palabra que funciona como adyacente del sustantivo en el grupo nominal, es decir, adyacente del núcleo.
Tenemos adjetivos de dos tipos. Unos son monemas primitivos, que no derivan de otras categorías: rojo, azul, bravo...; todo lo contrario, han sido ellos la base para la creación de otras categorías de palabras. De bravo tenemos bravura; de puro, pureza...
Pero la mayoría de los adjetivos provienen de la derivación, bien de nombres, bien de otros adjetivos: de hambre tenemos hambriento; de blanco, blanquecino... la derivación se hace añadiendo morfemas a los nombres o adjetivos primitivos.
El adjetivo debe concordar en género y número con el sustantivo al que acompaña. En un sustantivo el cambio de género implica un cambio de la realidad a la que representa. Si usamos barco nos referimos a un vehículo marino de gran tamaño. Pero si usamos la palabra barca nos estamos refiriendo a una realidad distinta, un vehículo más pequeño. Este cambio en el adjetivo no implica un cambio de significado. Los cambios sólo se deben a la concordancia. Si decimos barco blanco frente a barca blanca el nombre cambia de significado, pero el adjetivo no.